Andrés se asomó a la ventana
y sonrió pleno de satisfacción, eran las 8 de una mañana espléndida que
prometía un sol radiante. Se vistió informalmente como siempre que hacía buen
tiempo. A las 10 horas lo esperaban decenas de personas. Andrés no se
sorprendió en lo más mínimo cuando a pocos metros de llegar a su destino, el
cielo se oscureció repentinamente como si se hubiera puesto el sol y los rayos
azotaron la ciudad. Al llegar le informaron que en la zona norte de la ciudad
la lluvia estaba inundando las calles, la corriente arrastrado los coches como
si fueran de juguete y la tormenta desplomando árboles, arrancándolos de cuajo,
causando diversos tipos de destrozos.
Andrés no terminó de
acomodarse cuando Analia Bonfante le preguntó, “Parece que hoy vamos a tener
nuevamente emergencia climatológica. ¿Qué opina usted del desastre ecológico y
ambiental que nos legaron las Generaciones del 2000?
Andrés respondió “Esas
generaciones tenían un clima privilegiado, lamentablemente nuestros antepasados
no cuidaron el planeta como deberían, Pero no olvidemos que también nos dejaron
antibióticos, vacunas, la cura para muchas enfermedades, que 100 años atrás eran
letales, como así también grandes intelectuales y avances importantísimos en
física, química, biología molecular, etc.”
Norberto Monasterio preguntó, ¿Cómo es posible que generaciones tan preparadas hayan arruinado el planeta?
“Es una pregunta difícil de
responder” replicó Andrés y continuó, “Muchos intelectuales han intentado
encontrar una respuesta, en mi opinión personal yo creo que era una sociedad obsesionada por el consumo,
que era la forma de crecimiento económico, de generación de empleo de esa época
y que los grandes capitales tenían el
control de la riqueza mundial. Durante la época feudal, sólo los nobles
tenían acceso a bienes, riqueza y propiedades. La plebe trabajaba de sol a sol
por la comida. Al caer el feudalismo y llegar el capitalismo, la clase obrera
logró jornadas laborales, ciertos beneficios, salarios y con ello en ciertos
casos una capacidad de ahorro. Lo que significaba el acceso a la adquisición de
bienes y propiedades. Es aquí donde los
grandes capitales encuentran en el consumismo y el crédito la llave para
quedarse con los ahorros de la clase trabajadora. Poco importaba que
venderles, lo importante era estimular el deseo para que compren todo tipo de
productos y quedarse con sus ahorros de forma tal que terminen trabajando por
la comida como en la época feudal. Por ejemplo las viviendas se vendían en
créditos de hasta 40 años y la mayoría de los mortales
compraban una vivienda y terminaban pagando, a la banca privada, intereses por la misma durante casi
toda su vida laboral. Los bancos ofrecían tarjetas de crédito e incentivaban a
comprar a plazos, ya que los intereses de las cuotas y los atrasos en los pagos
eran suculentos. Insisto no importaba qué vender, lo importante es que se
comprara en cuotas y se pagaran intereses. En esos tiempos el negocio era básicamente financiero".
“Para lograr este cometido”,
concluyó Andrés, “Instaurarón la globalización, y los acuerdos de libre
comercio, desaparecieron los pequeños comercios de los pueblos, el almacenero
dejó de comprarle al carnicero y éste al zapatero. Con la llegada de las multinacionales,
enormes centros comerciales, hipermercados, monopolizados por grandes
capitales, cerraron los pequeños comercios y el dinero ya no circulaba
alrededor del pueblo, terminaba yéndose a paraísos fiscales".
Giuseppe Lentini, un joven de apenas 18 años, en un
español con acento italiano preguntó “¿Cómo relaciona el
desastre ecológico con la obsesión por el consumo que usted describe?”
Andrés siguió argumentando “La
mayoría de las cosas que se fabricaban durante esa época no eran ni siquiera
útiles. Otras como electrodomésticos, autos, ordenadores, teléfonos portátiles
tenían una durabilidad de entre 3 y 10 años como mucho. Podéis imaginaros la
cantidad de toneladas de residuos contaminantes que generaban, si en una vida
una persona compraba 6 neveras, 20 teléfono portátiles y cientos de productos
altamente contaminantes.” Un ejemplo que os puedo dar es el de la moda, que
cambiaba cada temporada, con lo cual mucha gente cambiaba su armario cada 3
meses y compraba, usaba y tiraba. Los
productos tecnológicos se volvían obsoletos al poco tiempo de comprarlos y se
producían nuevos modelos con nuevas prestaciones incentivando al comprador a
reemplazarlos. De ahí la famosa frase que decía, “la tecnología es como la moda, no es para consumir, es para vender”.
Andrés prosiguió “era la sociedad del desperdicio, el afán de
la ambición de un grupo minoritario llevaba a fabricar, vender y tirar el
sobrante. Un ejemplo era la industria textil, que manufacturaba en demasía,
llenaba los comercios de ropa y lo que no se vendía se retiraba y se convertía
en residuos. Otro ejemplo fue la industria editorial. Una redacción imprimía
100.000 ejemplares de periódicos, revistas o libros, si vendían un 40 % ya era
negocio y el 60 % restante iba a destrucción, es decir a sabiendas que sólo venderían
un % muy inferior a lo editado, desforestaban, contaminaban y
gastaban recursos energéticos primero para editar de más y luego para destruir
lo editado. Pero lo más llamativo era que utilizaban el mismo patrón en la
industria agrícola, para no bajar los precios tiraban a la basura parte de las
cosechas, en una época donde la mitad del planeta padecía hambrunas”.
Andrés finalizó su respuesta
añadiendo “Esas sociedades no eran muy solidarias, por el contrario eran muy
individualistas, especialmente en los países desarrollados. Ese individualismo
era estimulado por el sistema, ya que éste era un aliado de la
sociedad de consumo. Imaginaros a 5 personas compartiendo un piso, comprarían 1
nevera, una lavadora, un juego de muebles. Pero si vivieran 5 personas en 5
pisos pequeños comprarían 5 neveras, 5 lavadoras, etc.".
Analía Navarro interrogó a
Andrés “¿Pero si esa sociedad logró poner bases espaciales en órbita, porqué no
podía fabricar electrodomésticos que duren 100 años?
Andrés intentó explicarlo de
un modo didáctico “Por supuesto que podían fabricar una nevera que durara 100
años, pero entonces le venderían a cada persona 1 nevera en toda su vida. Por
ello fabricaban los productos con obsolescencia programada, de forma tal que
estos tuvieran una durabilidad corta y así poder venderles nuevamente el mismo
producto y quedarse con los ahorros de la sociedad. Por ello tenían un consumo
eléctrico desmedido para poder mantener esa industria desbocada. Ellos
encontraron la solución en la energía nuclear, pero no tenían el conocimiento
tan desarrollado como creían y eso desembocó en terribles catástrofes nucleares”.
Luego de una breve pausa
Andrés prosiguió “Semejante industria producía unos niveles de contaminación
altísimos. Por otro lado teníamos las catástrofes de las centrales nucleares como
he acabado de mencionar y además vivían de guerra en guerra, ya que existía una industria armamentista, y estás ya a no
eran con flechas y lanzas sino con armas químicas y nucleares”.
Andrés continuó realizando
una breve clasificación social y dijo “En definitiva durante esa época había 3
clases, una inmensa mayoría de pobres, viviendo en situaciones de extrema
pobreza, especialmente en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo,
que trabajaban en condiciones de esclavitud para fabricar y manufacturar
productos que eran vendidos, en su mayoría a la clase consumista, la cual
cambiaba sus ahorros por todo tipo de productos en la mayoría de las veces
innecesarios en beneficio de una muy pequeña clase que se quedaba con el
trabajo de la clase baja y con los ahorros de la clase consumista”.
Y concluyó la respuesta
aseverando “El comunismo, del cual hoy no hablaré, ofrecía una calidad de vida
bastante despreciable. El sistema más extendido era estado democrático de derecho, una forma de gobierno infinitamente
mejor a las monarquías y aristocracias, pero inmensamente desigual, y en la
cual se basó el capitalismo para instaurar la globalización y el consumismo al cual me he
referido. Es decir que si bien era una sociedad muy preparada con un
conocimiento científico altamente desarrollado no pudieron encontrar un sistema de gobierno que satisficiera las
necesidades de la sociedad y que protegiera el medio ambiente. En momentos
de crisis, políticos, economistas y hasta intelectuales pregonaban que para
solucionar los problemas económicos era menester estimular la economía
aumentando el consumo”.
Analía siguió interrogando
“Pero los científicos e intelectuales de la época no alertaron de las
consecuencias, porque no hay que ser demasiado listo para darse cuenta que tal
cantidad de desechos tóxicos terminaría contaminando, ríos, mares y montañas.”
“Fueron muchos, muchísimos
los que alertaron”. Respondió Andrés y añadió, “Pero era una sociedad que no tenía una gran devoción por los
científicos e intelectuales. La mayoría de la gente de ese entonces no conocía,
por ejemplo a Alexander Flemming, pero sin embargo todos conocían detalles
de la vida privada del Rey Pelé quien sin haber hecho nada útil por la humanidad llegó a
convertirse en una de las personalidad más conocidas del mundo”.
“Disculpe por la curiosidad”
interrupió Demetrio Martínez, “Me gusta mucho la historia pero jamás leí acerca de dicho monarca ¿En dónde y en qué período reinó el Rey Pelé? ”
A lo que Andrés respondió. “El rey Pelé no fue un monarca sino uno de los mejores futbolistas de la época. El Fútbol era el deporte más
importante de entonces y representaba para dichas generaciones el Circo Romano
del siglo XX y comienzos del XXI”.
Susana Ramiréz preguntó,
¿Cómo lograron los grandes capitales persuadir a la gente a consumir
compulsivamente?
Andrés no dudó un instante
en responder, sabía que esa pregunta se la terminarían haciendo y replicó. “Desde
que una persona nacía, recibía miles de impactos publicitarios, a través de la
caja boba, que no era otra cosa que una televisión que intercalaba programas frívolos y
triviales con anuncios publicitarios. Este medio fue el más utilizado para
manipulear, generar opinión y lavar el cerebro de esa sociedad. En esa época
era imposible caminar más de 10 metros por la ciudad sin ver carteles de
ofertas y promociones. Hasta en los mingitorios y retretes de los baños públicos
llegaron a colocar anuncios a la altura de los ojos de la gente que los
utilizaba”.
“Ni cagar tranquilos los
dejaban a esos mendas”, murmuró alguien desde fondo.
Andrés ignorando dicha
acotación prosiguió, “Al poco tiempo de masificarse internet aparecieron los
teléfonos inteligentes, que de inteligentes tenían poco y nada. Se denominaban
así porque se utilizaban para conectarse a Internet e instalar aplicaciones
gratuitas, que tampoco eran tan gratuitas, porque los usuarios eran obligados a
registrarse y luego esos datos eran vendidos y utilizados por los departamentos
de marketing de las empresas. Más tarde esos dispositivos fueron llamados el rectángulo idiotizador, ya que la
gente pasaba más de la mitad del día mirando esa pantalla boba”.
Andrés continuó, “en esos
momentos surgieron las redes sociales, que de sociales tenían nada más que el
nombre ya que la gente se comunicaba mucho por internet pero se veía poco. La
más conocida luego de unos años fue irónicamente denominada Spybook. La gente
se pasaba horas publicando fotos, vídeos y compartiendo detalles de su vida
privada. Esto permitió confeccionar un perfil exhaustivo y detallado de cada
usuario, con sus gustos, preferencias, ideas, ideologías, pensamientos, etc.
que no sólo fueron usados por los departamentos de ventas de las empresas sino
que más tarde se realizaron importantes cazas de brujas, extorsiones y
chantajes, ya que ninguna sociedad anteriormente tuvo tanto acceso a la
información privada de sus ciudadanos. Ni
el mismísimo Foucault podría haber imaginado tal nivel de control social”.
Andrés finalizó la respuesta
diciendo, “y no fueron muchos los que lograron escapar a la caja boba, al
rectángulo idiotizador o al spybook, hasta las personas de más alto nivel
cultural sucumbieron atónitas a los encantos de estas pseudo tecnologías”.
José López Garcia entrando en el ámbito de lo hipotético preguntó, "En su opinión personal, ¿cree
Ud. que si no se hubiera producido un cambio climático de tal envergadura, el
sistema de producción y consumo que ud. ha explicado reinaría hoy en día entre
nosotros?"
Andrés se sintió incómodo
con esta pregunta, mientras pensaba y dudaba cómo responder y hacía tiempo
bebiendo un vaso de agua para elaborar su contestación, se escuchó una voz de
los altavoces que decía, “se informa a todos los alumnos de esta Universidad que
se ha declarado Emergencia Climatológica, el claustro deberá ser evacuado
siguiendo el protocolo conocido por todos. Aquellas personas que vivan en la
zona norte de la ciudad deberán ser dirigidos a sus respectivos refugios, debido
a que todos los accesos hacia dicha área geográfica han sido cortados, muchas
gracias por vuestra comprensión”
Andrés se despidió de sus
alumnos, con 3 pesetas electrónicas compró unos caramelos y se
dirigió al refugio que tenía asignado, pasaría allí unos cuantos días, ya que
vivía en la zona norte de la ciudad.
Ldo. Mariano Procopio
PortalFitness.com
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